Un proyecto que contempla la agroecología y el desarrollo local
Como muchas localidades del interior de la provincia de Córdoba alejadas de las grandes concentraciones urbanas e industriales y de las principales vías de transporte, Camilo Aldao muestra las huellas de un escaso desarrollo de su estructura social y productiva. Alto porcentaje de población joven que emigra en busca de mejores condiciones de estudio y laborales, nivel crítico de ingresos de sus productores rurales (la agricultura es la principal fuente generadora de ingresos), reducida cantidad de empresas, son algunos de los indicadores que demuestran, según estudios realizados, que el porcentaje de población económicamente activa es inferior a la media nacional.
A mediados de la década del 90, dentro de las condiciones que enmarcaron la economía del país, Camilo Aldao atravesó una profunda crisis económica y social que motivó la búsqueda y concreción de proyectos en el marco de un plan estratégico de desarrollo sustentable puesto en marcha por varias instituciones de la localidad. De esta forma se impulsó la creación de un tambo comunitario, la cría de pollos para autoconsumo (ambos proyectos apoyados por el Programa Social Agropecuario), un plan de reciclado de residuos orgánicos familiares, una fábrica de dulces artesanales en una escuela de niños con necesidades educativas diferentes, y las huertas familiares y comunitarias apoyadas por el INTA ProHuerta.
Mas recientemente se promovió la búsqueda de otras alternativas para paliar la crítica situación de la localidad sumando nuevos proyectos que contemplan la capacitación de recursos humanos y la generación de emprendimientos productivos de autoempleo, con el fin de disminuir el porcentaje de desocupación y emigración de la población activa de Camilo Aldao.
Así fue que surgió el proyecto denominado Sistema de producción y comercialización de verduras y hortalizas orgánicas producidas en terrenos baldíos de Camilo Aldao, elaborado conjuntamente por la Municipalidad de Camilo Aldao, el INTA Prohuerta de Marcos Juárez y el Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas de Rosario (CEPAR), y financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Consiste en la puesta en producción de los terrenos baldíos de la localidad a través de implantación de huertas orgánicas para su comercialización mediante un ente en el que estén involucrados los productores, los comerciantes habituales del ramo y los consumidores. Los responsables de la idea destacan que, además de su invalorable componente de mejora económica y de alimentación saludable, las acciones del proyecto tienden a lograr un impacto ambiental favorable: la ocupación productiva de terrenos baldíos, entre otras cosas, impide la formación de microbasurales y focos de contaminación.
Este proyecto, al que se sumó el aporte del Ministerio de Trabajo de la Nación con el otorgamiento de un plan Crear Trabajo, fue puesto en marcha en enero de este año con la participación de 25 familias de escasos recursos que trabajan en un terreno comunitario y otras tantas que producen en sus propios terrenos.
Actualmente se encuentran en pleno desarrollo las tareas productivas y las actividades de capacitación, a cargo de técnicos españoles y argentinos. Según los responsables, "el principal desafío consiste en que los beneficiarios sientan a esta iniciativa como algo propio, como un proyecto que excede el mero hecho de recibir un subsidio temporario y se convierta en una alternativa de subsistencia y progreso a partir del trabajo individual y la organización grupal". Una etapa fundamental para el éxito de la iniciativa es la comercialización de la producción. En este sentido, los comerciantes de la localidad han mostrado una muy buena predisposición para constituirse en distribuidores de la producción en Camilo Aldao y otras localidades de la zona.
La agroecología: negocio y compromiso
Dentro de este proyecto un componente esencial es la capacitación, ya que se adolece tanto a nivel técnico como de productor de conocimientos acabados para desarrollar este tipo de producciones.
Sobre la rentabilidad, Soriano Niebla opina que "no hay mayores problemas porque al fin y al cabo, no deja de ser una agricultura de muy bajo insumo, donde la mayor parte de la necesidades para el cultivo se obtienen del entorno cercano porque se tiene ganado y cultivo al mismo tiempo, se producen los productos necesarios para la fertilización de las plantas dentro de la misma finca o de los vecinos cercanos. Por eso el nivel de capitalización que se necesita para un emprendimiento agroecológico normalmente es bajo, lo cual también significa un bajo endeudamiento inicial y, por otro lado, se debe tener en cuenta que el mercado normalmente paga algo más por un producto ecológico."
El CEPAR, en funcionamiento desde 1988, promovió en un principio la producción hortícola orgánica y en los últimos años ha trabajado en una propuesta del mismo tenor para la agricultura con cereales y oleaginosas.
Sobre las superficies con las que se puede manejar una producción orgánica, el Ing. Raúl Terrile, técnico de ese Centro, explica que "la superficie la va poniendo el productor, en relación a lo que considere que está en condiciones de manejar. Hay productores que se animan con cincuenta hectáreas, otros con cien, lógicamente que a medida que crece la superficie se torna más complejo ya que hay que manejar más variables. Al Norte de Santa fe hay un productor ganadero que tiene tres mil hectáreas y que está haciendo ganado orgánico con manejo de pastizales naturales, por eso decimos que la escala la pone el productor: desde el punto de vista técnico y de tecnología a disposición, no habría problemas de superficie", aclarando que se adapta más a los pequeños y medianos productores.
" La producción agroecológica apunta fundamentalmente a diversificar la producción, es todo lo contrario a la práctica del monocultivo, tanto por una cuestión técnica como por manejo, ya que de esta forma el productor tiene varias ¨ventanillas¨ para subsistir: en la medida que tenga varias posibilidades para comercializar, siempre tendrá un producto con mejor precio que otro", apunta Terrile.
Concretamente, el técnico del CEPAR refiere la experiencia de un productor de la zona de Reconquista que maneja 150 hectáreas con tambo, monte frutal y agricultura basando su estrategia comercial en no vender la materia prima, sino con algún tipo de procesamiento, como por ejemplo prensando el girasol orgánico convirtiéndolo en aceite; además con el tambo produce casi todos los derivados de la leche yoghurt, queso, manteca. "Sin ningún tipo de pasteurización ha logrado un recuento en la leche de diez mil bacterias por mililitros, a través de un buen manejo orgánico. Además, fundamentalmente, los números le cierran, sin nadar en la abundancia pero con la tranquilidad de no estar endeudado y producir alimentos sanos". Según datos que dispone el CEPAR, en la Argentina existen bajo certificación de producción orgánica un millón de hectáreas, en su mayoría dedicadas producción ganadera y por ende de con exigencia de mayor superficie. En producción vegetal hay más de cien mil hectáreas, la mitad dedicadas a cereales y oleaginosas.
INTA Marcos Juárez
Agradecemos la colaboración de Ernesto Feo (Telediario Rural)